Promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer

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Objetivos de Desarrollo del Milenio

En 2014 inicia la cuenta regresiva


 

Fanny Vargas
Coordinadora Unidad Políticas Públicas

 

Santo Domingo, 31 de enero de 2014 

El tercer Objetivo de Desarrollo del Milenio busca mejorar la situación de la mujer, que se encuentra más que representada entre los pobres y poco menos que ello entre los encargados de tomar decisiones. El desempeño en este objetivo impacta directamente en el cumplimiento de otros objetivos, en especial el primero. ¿Cuál ha sido el desempeño de República Dominicana?

Meta 3.A

Eliminar las desigualdades entre los sexos en la enseñanza primaria y secundaria, preferiblemente para 2005, y en todos los niveles de la enseñanza a más tardar en 2015

La meta 3A tiene tres indicadores: la equidad de género en términos de educación, la equidad en el mercado laboral y la participación política.

Equidad de género en términos de educación

De acuerdo con los datos del SISDOM, en 2001 la relación entre niños y niñas matriculados a nivel primario fue de 1, lo que significa que ya a esa fecha República Dominicana había logrado la paridad esperada. Sin embargo, esa relación se deterioró a partir de 2002 y permaneció en 0.96 hasta 2011: por cada 100 niños varones matriculados en el nivel básico había solo 96 niñas, ligeramente por debajo de la meta de 1. En este sentido, el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCYT, [2010]) estima que con un esfuerzo moderado podría retomarse la paridad registrada en 2001.

Según el Informe de Seguimiento (MEPYD, 2010), este indicador es similar al promedio de América Latina y el Caribe.

En la educación secundaria, República Dominicana tiene un índice de paridad por encima de la meta del Milenio. En el periodo 2000-2011, las hembras matriculadas superan a los varones en alrededor de 20 %.

En la educación superior, la diferencia a favor de las mujeres es mucho mayor: en 2011, por cada 100 hombres matriculados hubo 172 mujeres. Estas cifras muestran que, a pesar de los retrocesos en el nivel primario, el país en general cumplirá esta meta para el año 2015.

Sin embargo, el MEPyD y el PNUD llaman la atención sobre la tendencia en los niveles medio y superior, que consideran preocupante: los varones aparecen en desventaja en relación con las hembras, sobre todo en el nivel superior.

Equidad en el mercado laboral

El Gráfico No. 2 demuestra que el ritmo de los avances en este aspecto ha sido lento. El porcentaje de mujeres con empleo remunerado en el sector no agrícola pasó de 38.6 % en 2000 a 41.2 % en 2011; en tanto, la participación masculina era 61.4 % en el año 2000 y de 58.8 % en 2011. Esto significa que el mayor nivel educativo logrado por las mujeres no se ha traducido en un acceso a más y mejores empleos. Este nivel de participación femenina en la fuerza laboral es inferior al promedio de 44 % estimado en 2011 para América Latina y el Caribe (ONU, 2013).

De mantenerse la tendencia actual, el PNUD estima que en 2015 la participación femenina en la fuerza laboral será de 42 %. Sin embargo, debe tomarse en cuenta que el promedio de este indicador para los países desarrollados es 48 %, por lo que una mejora de 6 % pondría al país a la par.

Participación política

La desigualdad se manifiesta también en la participación y acceso de la mujer a los mecanismos de poder. El tercer indicador para el cumplimiento de la meta 3A es la proporción de escaños ocupados por mujeres en la Cámara de Diputados: la meta es la paridad de género, es decir el 50 % de los asientos.

Tomando esta proporción como medida del empoderamiento político, se observa que las cifras han aumentado pero no lo suficiente. En 1990, la proporción de mujeres en la Cámara de Diputados era de 11.7 %, valor que fue en aumento en el transcurso de la década, pues las elecciones de 2006 registraron la elección de 35 diputadas -de un total de 179-, para una participación de 19.5%. El promedio latinoamericano para igual período fue de 20.5 % (MEPYD, 2012).

Para 2012, el porcentaje de mujeres ocupando escaños en la Cámara de Diputados de la República Dominicana fue de 20.8 %, esto es, por debajo del promedio de 24.5 % registrado en América Latina y el Caribe (ONU, 2013). En el Senado, el progreso ha sido más lento, con una participación de 0 en 1990, que pasó a 14.3 % en 2012.

Esta situación se verifica a pesar de que la Ley No. 12-00 establece que al menos el 33 % de los escaños congresuales y municipales debe ser ocupado por mujeres y que la boleta electoral municipal de todos los partidos políticos debe incluir una mujer en los puestos de sindicatura o vice sindicatura.

Los factores que inciden sobre el rezago nacional en equidad de género son obstáculos de naturaleza partidaria, legal y cultural, que hacen prevalecer en la sociedad dominicana un sistema que acepta y justifica como naturales actitudes y prácticas que favorecen el predominio del hombre (Ministerio de la Mujer, 2005).

Conclusión

De acuerdo con los datos presentados, República Dominicana virtualmente ha logrado la meta de equidad de género en el ámbito educativo, con cierta desventaja para los hombres en los niveles medio y superior. Sin embargo, en el plano laboral, de mantenerse la tendencia observada, el ODM3 no será logrado para 2015. Las mujeres acceden y permanecen durante más años en el sistema educativo, pero este logro no se traduce en más y mejores empleos.

La representación política tampoco verá cambios de envergadura, a menos que no se mejoren los mecanismos de aplicación de leyes, programas y políticas relacionadas con la promoción de la equidad de género (MESCYT, 2010).

El cumplimiento de este objetivo requiere políticas redistributivas e incluyentes en materia de género; su desempeño también se relaciona con el primero, dado que las mujeres tienen menos oportunidades económicas. Los avances en los objetivos cuarto (mortalidad infantil), quinto (salud materna) y sexto (VIH/sida y otras enfermedades) también son afectados por la vulnerabilidad de las mujeres. Por tanto, es necesario garantizar a la mujer el ejercicio de sus derechos, fortalecer la conciencia sobre la igualdad de derechos y la equidad de género, y aplicar esta perspectiva en la formulación y ejecución de las políticas públicas.

Bibliografía

Comisión Económica para América Latina y el Caribe. (2013). El progreso de América Latina y el Caribe hacia los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Desafíos para lograrlos con igualdad. Santiago de Chile: CEPAL.

Ministerio de Economía Planificación y Desarrollo. (2012). Estudios y documentos de base de la Estrategia Nacional de Desarrollo 2010-2030, tomo I. Santo Domingo: MEPYD.

_______________. (2010). Objetivos de Desarrollo del Milenio. Informe de Seguimiento 2010. Santo Domingo: MEPYD.

Ministerio de la Mujer. (2005). Evaluación de las Necesidades de la RD para el Cumplimiento de los ODM. Santo Domingo: Ministerio de la Mujer.

Organización de las Naciones Unidas. (2013). Objetivos de Desarrollo del Milenio. Informe Mundial 2013. Nueva York: Naciones Unidas.